Ética ambiental es una especialidad o parte de la disciplina filosófica que, valiéndose de principios y herramientas de la ética aplicada, hace foco en los vínculos éticos que se establecen entre el entorno natural y el ser humano. Esta rama en la cual se posa la mirada en la estética del medio ambiente influye con sus contenidos a campos como la geografía, el derecho y la ecología, por ejemplo.
En los últimos años, cada vez más expertos en filosofía, desde el análisis y la palabra, han ido efectuando contribuciones en torno a problemáticas ambientales que requieren solución.
Según se advierte al repasar la historia de la ética ambiental hubo textos clave que funcionaron como punto de partida para esta área del saber. Se reconocen como principales impulsores a ensayos, informes y publicaciones científicas como “Primavera silenciosa” (producción de Rachel Carson) y “A Sand County Almanac” (obra de Aldo Leopold). Resultó sumamente beneficioso en pos de la consolidación y profundización de la ética ambiental el lanzamiento de “Environmental Ethics”, “The Trumpeter: Journal of Ecosophy” y “Environmental Values”, entre otras revistas.
Principios de la ética ambiental
Existen principios básicos que sustentan a la ética ambiental. Adquieren una relevancia suprema, en este marco, la sostenibilidad; las políticas y acciones encaminadas hacia la protección de ecosistemas y la conservación de biodiversidad; y la responsabilidad social corporativa en lo que respecta al medio ambiente.
Es vital, asimismo, que la conducta y el comportamiento de los seres humanos reflejen compromiso y convicción por el bienestar de las comunidades actuales y futuras a través del desarrollo sostenible, la preservación del equilibrio ecológico y las medidas preventivas destinadas a evitar que los ecosistemas se deterioren significativamente.
Resulta necesario cultivar valores de cooperación, igualdad y reciprocidad como base para lograr una interdependencia que una a cada habitante de la Tierra. El objetivo es no romper la armonía entre los humanos y el medio ambiente, así como reducir las injusticias y los desequilibrios.
A nivel tanto individual como colectivo debe haber predisposición hacia una vida cada vez más sostenible y de mayor calidad para todos. A fin de poder conseguir un mundo más justo y agradable son imprescindibles la coherencia entre pensamientos y acciones, la empatía, el respeto, el uso racional de los recursos naturales con el propósito de minimizar la sobreexplotación.
Es oportuno, ante la crisis climática que afrontamos y cada conflicto ambiental que se desata en diferentes rincones de la Tierra, repensar la manera en la cual los seres humanos habitamos este planeta y nos relacionamos con nuestro entorno. Es preciso cuestionar hábitos, reflexionar e impulsar transformaciones para que, a largo plazo, este mundo sea un lugar próspero para toda clase de ecosistemas y especies.
Aplicaciones prácticas
En la práctica, la ética ambiental se traduce en pequeños esfuerzos individuales para mejorar el estado del planeta. Sirven a tal fin el consumo responsable, una óptima gestión de residuos (así como los esfuerzos por reducir el nivel de desechos) y decisiones personales que lleven a hacer descender de modo considerable la huella ecológica.
Son beneficiosos, por agregar referencias específicas, la implementación de sistemas orientados a la eficiencia energética, la agricultura sostenible, los programas de educación ambiental y la adopción de una modalidad de economía verde.
Los proyectos ecológicos, las políticas ambientales sólidas, la gestión sostenible del agua y el trabajo constante de los movimientos ecologistas y organizaciones no gubernamentales (ONGs) también se motorizan a partir de la ética ambiental y la nutren.
La ética ambiental, según se advierte al revisar la teoría, propone abrazarse al reciclaje, a la reducción de emisiones contaminantes, a la reforestación, a la economía circular y a toda aquella propuesta o iniciativa que inspire respeto y valoración del medio ambiente.
Desafíos relacionados con la ética ambiental
Si bien han habido grandes avances, investigaciones y hallazgos en materia de ética ambiental, todavía se plantean desafíos dentro de esta disciplina.
La imparable degradación del medio ambiente, los desplazamientos frecuentes de la población humana, las consecuencias del cambio climático y los dilemas éticos de la esfera ambiental que amenazan ciertos valores morales, por ejemplo, son parte de los retos contemporáneos.
Ante este panorama es inevitable reflexionar y hacer un llamado a la acción, tanto en sectores públicos como privados y a gran escala, para ir acercándose cada vez más a un equilibrio sostenible.
Tampoco hay que perder de vista las perspectivas futuras en relación a tomas de decisiones que consideren a la ética ambiental y al rol de las tecnologías emergentes en la ética del ambiente.