Un investigador es, específicamente, un sujeto que se dedica a investigar un determinado elemento, suceso o cuestión a fin de arribar a un descubrimiento o una conclusión. Quienes asumen las tareas de efectuar averiguaciones o indagar sobre un fenómeno o evento contribuyen con su labor a aportar conocimiento en distintos ámbitos relevantes.
Al ir acumulando datos vinculados al perfil y propósito de un investigador vale la pena diferenciar entre las múltiples clases de profesionales relacionados a la ciencia y a aspectos de la esfera social (focalizándose en temáticas humanísticas, tecnológicas, metodológicas, etc) y los detectives, ya que estos últimos se centran en investigaciones afines a episodios de carácter privado y a asuntos policiales.
Gracias a las actividades propias de los investigadores se producen hallazgos relevantes, se confirman o refutan hipótesis, se esclarecen hechos y, en definitiva, se obtiene información.
Tipos de investigadores
Cabe destacar que existen múltiples tipos de investigadores, cada uno de ellos con una metodología, un rango o categoría y un propósito puntual.
Dentro de la carrera para graduarse como investigador científico tecnológico, indica el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, por ejemplo, se contemplan los niveles de investigador asistente (experto destinado a apoyar, como parte de un equipo, el quehacer de profesionales de mayor trayectoria), el de adjunto, el de investigador independiente (aquel que trabaja de manera autónoma sin el respaldo de una institución), el de principal y la categoría de investigador superior.
Tampoco hay que perder de vista que así como unos son contratados por entidades privadas (que pueden tener, o no, fines de lucro), otros suman experiencia en el campo estatal o gubernamental, en el plano industrial o se dedican a la investigación desde un despliegue académico (siendo, en ese caso, un docente o profesor investigador).
Clases de investigación
Se reconoce en la práctica una amplia variedad de investigaciones, las cuales se distinguen entre sí por las fuentes y los métodos aprovechados en el proceso investigativo.
Una investigación de campo, por indicar una opción concreta, se caracteriza por trabajar desde la observación directa para reunir datos y analizarlos en su contexto original o natural, sin modificar ni intervenir en dicha realidad.
Se advierten diferencias, asimismo, al comparar una investigación cuantitativa (estilo apropiado para reconocer promedios o tendencias y efectuar predicciones, entre otras posibilidades que requieren la recolección y el análisis de variables numéricas como lo son las estadísticas) y una investigación cualitativa (a base de datos no numéricos que se consiguen con técnicas y prácticas diferentes a los experimentos, valiéndose así de la observación participante, encuestas, entrevistas y más).
La investigación interdisciplinaria (enriquecida con aportes de especialistas en diversos temas que se complementan entre sí con metodologías y prácticas típicas de cada área), la investigación básica (conocida asimismo como fundamental o pura, orientada a perfeccionar teorías de índole científica) y la investigación aplicada (pensada para hallar soluciones que mejoren realidades de la población en cuanto a educación y salud, por ejemplo) son otras alternativas a considerar.
Oportunidades para la formación y el crecimiento laboral del investigador
Un investigador debe prepararse y formarse académicamente para poder acceder a un cargo, tener oportunidades laborales que le sumen prestigio y le permitan crecer en materia de trayectoria profesional.
Por concurso, por mencionar como referencia una opción disponible en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es posible ingresar a la especialidad de Investigador en Salud con el rol de investigador/a asociado.
Suele haber convocatorias, incluso, para desempeñarse como investigador científico y tecnológico en disciplinas como las Ciencias Biológicas, la Ingeniería y las Ciencias Agrarias.
Hay centros universitarios en Argentina, como lo es la Universidad Nacional de La Matanza, donde el docente investigador puede aspirar, si cumple los requisitos, a categorizarse dentro del Programa para la Investigación Universitaria Argentina y a lograr la homologación de su categoría. Al respecto hay que señalar que en esta carrera se instruye en Investigador en Formación Inicial, Investigador en Formación Superior y en Investigador Formado.
Desafíos y dilemas
Independientemente del objeto de estudio, de cómo se implemente el método científico u otras estrategias para recopilar información o de qué forma se proceda al análisis de datos y de qué tipo de averiguaciones se lleven a cabo, en todo proyecto de investigación hay desafíos, obstáculos, dilemas y cuestiones vinculadas a la ética.
Es esencial, en primer lugar, que las prácticas científicas se desarrollen en un marco respetuoso, digno y de integridad moral. Se tiene que apuntar al progreso y a la ampliación de conocimientos adaptando la labor investigativa a normativas, legislaciones y protocolos vigentes, a pautas de bioseguridad y a principios bioéticos.
También es indispensable conseguir financiación de investigación mediante fondos y subsidios, dejar ideologías políticas y prejuicios al margen, conducirse con compromiso, persistencia y honestidad al investigar y buscar tanto la objetividad como la rigurosidad en cada una de las etapas de un proyecto de investigación.
Investigador principal
La argentina María Rosa Lojo es doctora en Filosofía y Letras con orientación en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Entre 1984 y 2018 se desempeñó como investigadora de la Carrera de Investigador del CONICET, retirándose con la categoría de Investigadora Principal. Ensayista, narradora y poeta, desde 1996 es profesora de la Universidad del Salvador.
Consultamos a María Rosa sobre cuáles son los mayores desafíos que suele tener un/a investigador/a principal y qué compromisos y responsabilidades hay que asumir en ese rol:
Me jubilé en 2018 como investigadora principal después de haber sido miembro de la Carrera de Investigador durante 34 años y 8 meses. Contesto, pues, desde esa experiencia. Un investigador principal, tiene, a esa altura de su carrera, una obra propia considerable y de alto impacto en su especialidad. Pero no se espera que se limite a continuar su producción personal, sino que asuma la dirección de proyectos y grupos de investigación y que forme a nuevos doctores. De hecho, para acceder a esta categoría, es necesario haber dirigido antes exitosamente (es decir, hasta su culminación y defensa pública) varias tesis doctorales (eran por lo menos tres, cuando fui promovida a esta categoría). El/a investigador/a principal tiene habitualmente funciones en la Comisión Asesora de su especialidad y también en la Junta de Calificaciones. Suele ser miembro evaluador de proyectos, forma parte de jurados institucionales. Pero, sobre todo, tiene que ser un buen líder de equipos, con la flexibilidad para resolver problemas de todo tipo (que en nuestro país -Argentina- suelen ser muy básicos, ya que empiezan por la falta de financiación) y mantener la disciplina y el entusiasmo que se requieren para sostener largas investigaciones. Por supuesto, una de sus funciones fundamentales es supervisar el nivel de adelanto de los profesionales que se están formando, acompañarlos y evaluar sus progresos.
María Rosa Lojo