La mielina es un sistema de bicapas fosfolipídicas constituidas por esfingolípido, que posibilita la transmisión de los impulsos nerviosos a las diversas regiones corporales mediante un efecto aislante, formando vainas que se encargan de rodear los axones de las neuronas.
La mielina se constituye concretamente como un esfingofosfolípido que se forma por esfingol, un alcohol compuesto por una cadena de colina, fosfato y ácido graso. En los nervios raquídeos y craneales, así como también en el sistema nervioso periférico (SNP), las vainas de la mielina se desarrollan gracias a las células de Schwann que producen capas de proteínas y lípidos.
Es en la membrana de esta clase de células de escaso volumen donde se halla la mielina: dado que las células de Schwann se enrollan de manera sucesiva en los axones, dan lugar a las vainas.
Vaina de mielina
La vaina de mielina se encarga de envolver al axón con la excepción de los nódulos de Ranvier (que son aquellos lugares ubicados entre las vainas de mielina). La mielina funciona como un aislante electroquímico que permite que el impulso nervioso se transmita a saltos de nodo a nodo.
La situación dentro del sistema nervioso central (SNC) es diferente ya que, en este caso, la mielina se compone por oligodendrocitos (otra clase de células que cuentan con numerosas dendritas).
Es frecuente hablar de materia blanca y materia gris en el cerebro. La mielina es la responsable del color de la materia blanca, mientras que aquellos axones no mielinizados componen la materia gris.
Trastornos y enfermedades
Si una persona, por algún trastorno, pierde mielina, sufrirá de grandes problemas en su sistema nervioso. Los impulsos eléctricos, ante la falta de esta sustancia, no completarán su recorrido o circularán muy lento, como ocurre con enfermedades como la esclerosis múltiple.
No obstante, también hay que subrayar que además de esta citada enfermedad se pueden producir otras en el paciente como sería el caso de la esclerosis lateral amiotrófica, también llamada enfermedad de Charcot, que se caracteriza por ser de tipo degenerativo y que se traduce en una parálisis muscular progresiva que acaba en la muerte.
De igual manera, otras enfermedades que se producen por la mielina son la esclerosis concéntrica de Baló, que es de tipo neurológico y que tiene lugar como consecuencia de la rápida pérdida de la envoltura que cubre a la citada mielina, o las leucodistrofias. Estas últimas en concreto también se producen como fruto de la degeneración de la grasa de aquella y entre sus síntomas más frecuentes están las alteraciones de clase visual o motora.
Otras afecciones que inciden en la mielina
Y todo ello, sin olvidar que existen otras patologías que están relacionadas directamente también con la mielina. Este sería el caso de la mielinolisis central pontina, el síndrome de Devic o la enfermedad de Marchiafava-Bignami. Síndrome de atrofia del cuerpo calloso es como también se conoce a esta última patología que es una encefalopatía muy poco frecuente.
Las personas con alcoholismo crónico son quienes más se pueden ver afectados por esta enfermedad que se traduce en una serie de síntomas como cambios en la personalidad, convulsiones, alucinaciones, cambios en la voz, o carencias notables en la inteligencia. No obstante, podemos establecer que existen dos tipos claramente diferenciados: aquel en el que los daños son ligeros y aquel en el que el paciente llegará al coma o incluso sufrirá un estado de estupor.