Una peluquería es un salón donde un peluquero desarrolla su trabajo. El término también alude al oficio de este individuo cuya labor consiste en teñir, cortar y peinar el cabello.
En la peluquería, por lo tanto, se brindan servicios estéticos centrados en el pelo. Si las prestaciones son más variadas e incluyen la pedicuría, la manicura y el depilado, por ejemplo, se habla de salón o centro de belleza.
Los orígenes de la cosmética capilar son remotos. Ya en el Antiguo Egipto era habitual que los gobernantes y los sacerdotes cuidaran su cabello. Con el tiempo, fueron surgiendo los espacios dedicados exclusivamente a la estética del pelo.
Hoy en día, una peluquería es un establecimiento que dispone de ciertos muebles, aparatos y utensilios que resultan indispensables para su funcionamiento. Los sillones de altura regulable, los lavacabezas, los espejos y las mesas auxiliares, por mencionar algunos productos, son imprescindibles para que un peluquero pueda desarrollar su trabajo.
En una peluquería también hay diversos tipos de tijeras y de peines, acordes a las distintas clases de cabello y a los deseos del cliente. Además son necesarios los secadores de cabello. Por otra parte, es habitual que la peluquería presente múltiples tinturas o tintes, de colores variados.
La peluquería es un tipo de comercio muy particular, que comparte más rasgos con un bar que con una tienda de ropa, aunque a simple vista no sea fácil de notar. La razón es que los clientes entablan una relación muy cercana con los peluqueros, ya que pueden llegar a pasar varias horas con ellos, charlando de temas variados, bebiendo café o esperando a que se asiente un tinte mientras los miran trabajar, por ejemplo.
Con la peluquería se entabla un lazo que a veces dura muchos años, incluso una vida entera, y esto acarrea que también los hijos y los nietos se vuelvan clientes. No debemos olvidar que un corte de pelo, una tintura o un peinado son trabajos delicados, que no le encargamos a cualquier persona; necesitamos confiar en el peluquero, y por eso una vez que encontramos a alguien que nos haga sentir a gusto no queremos dejarlo.
Uno de los elementos que se asocian con la peluquería de forma casi inevitable son las revistas, que a su vez se enlazan con otro de los más importantes: las largas esperas. Si bien en la mayoría de las grandes peluquerías es posible pedir un turno, esto no siempre nos garantiza que nos atiendan en cuanto llegamos, tal y como sucede con las consultas médicas. Por esta razón, leer artículos banales y mirar las casas y los coches de los famosos nos puede servir para que el tiempo pase más rápido.
La estructura de una peluquería pequeña puede consistir en uno o dos peluqueros que realicen todas las tareas, desde lavar el cabello hasta operar la caja registradora. Sin embargo, las más importantes cuentan con diversos puestos de trabajo: un recepcionista, que también suele atender el teléfono y encargarse de las citas; un manicura; un pedicura; una o más personas encargadas de lavar el cabello. A esta variedad de personal también puede sumarse un especialista en cada uno de los trabajos más importantes, como ser tintura, corte y peinado, con sus variantes según el tipo de trabajo y el sexo del cliente: un corte para un adolescente no es igual que un peinado para asistir a una boda.
Cabe destacar que actualmente existen peluquerías caninas, destinadas al cuidado del pelo de los perros. En estos lugares los especialistas se encargan de arreglar el pelaje de los animales según criterios estéticos. Para evitar eventuales mordidas o que los ejemplares terminen lastimándose, los peluqueros de perros suelen contar con bozales y arneses que inmovilizan al can y le impiden desplazarse libremente.