La responsabilidad es el compromiso o la obligación de tipo moral que surge de la posible equivocación cometida por un individuo en un asunto específico. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), el término también hace referencia a la obligación de reparar un error y compensar los males ocasionados cuando la situación lo amerita.
Otra definición posible mencionada por la RAE señala que la responsabilidad es la habilidad del ser humano para medir y reconocer las consecuencias de un episodio que se llevó a cabo con plena conciencia y libertad.
Responsabilidad y consciencia
Por lo tanto, una persona responsable es aquella que desarrolla una acción en forma consciente y que puede ser imputada por las derivaciones que dicho comportamiento posea. De este modo, la responsabilidad es una virtud presente en todo hombre que goce de su libertad.
Más exactamente podemos determinar que una persona que se caracteriza por su responsabilidad es aquella que tiene la virtud no sólo de tomar una serie de decisiones de manera consciente, sino también de asumir las consecuencias que tengan las citadas decisiones y de responder de las mismas ante quien corresponda en cada momento.
La importancia de la libertad
Por ello, es necesario añadir que un elemento que tiene que estar presente y que sin él es imposible hablar de responsabilidad es el de libertad, pues esta es la que determina el que alguien pueda realizar cualquier acción porque así lo estima oportuno o lo desea. Pero también es vital que dicho individuo tenga razón. Así, quien carece de raciocinio, como por ejemplo un niño o alguien que padece un trastorno mental, no puede ser responsable de sus actos.
La responsabilidad del individuo, por lo tanto, está asociada a su autonomía para obrar. Una persona debe estar en condiciones de realizar una autoevaluación de su conducta para comprender los efectos de sus actos. Si no es consciente de los daños y perjuicios que puede provocar, o no tiene la libertad necesaria para decidir no actuar y así no concretarlos, la responsabilidad se diluye.
Dos virtudes que consideran los expertos a la hora de analizar la responsabilidad son la valentía y la humildad. Alguien que ha cometido un error con sus actos debe asumir los efectos de su comportamiento, pidiendo perdón como reparación y aceptando las consecuencias formales en caso que las hubiera.
Es importante que haya una educación en valores que promueva la empatía y que ponga en valor el apoyo mutuo que se deben las personas. Desenvolverse con honestidad e integridad y en sintonía con los principios de la ética contribuye a la resolución de conflictos y a hacerse cargo de la responsabilidad de las acciones.
La responsabilidad jurídica
En el ámbito del derecho, en tanto, se habla de responsabilidad jurídica para describir la violación de un deber de conducta que ha sido respaldado con anticipación desde una norma jurídica. A diferencia de una norma moral, la ley surge de un organismo externo al sujeto (el Estado) y es coercitiva.
Una persona que es juzgada de acuerdo a las leyes y que es considerada como responsable de la violación de una norma jurídica será objeto entonces de sanciones, que pueden incluir hasta la pérdida de su libertad (el encarcelamiento).
Además de todo lo citado también tenemos que dar cuenta de una expresión que toma al término que nos ocupa como parte integrante de la misma. Se trata de la responsabilidad subsidiaria, concepto utilizado en la Justicia para referirse a toda aquella responsabilidad que no es directa sino que surge en sustitución de ella.
El principio analizado por Jonas
Por otro lado, podemos referirnos al principio de responsabilidad que ha diseñado el filósofo alemán Hans Jonas (1903–1993) en base a los criterios del imperativo categórico kantiano.
Para Jonas, el principio de responsabilidad es un imperativo de derecho ambiental, que establece que las personas deben obrar de modo tal que las consecuencias de sus comportamientos no atenten contra la permanencia del hombre en nuestro planeta.
Puede vincularse el postulado de Jonas a la responsabilidad ambiental. La ética debe llevar a adoptar un código de conducta que implique respeto por el medio ambiente y, por extensión, por la comunidad en general, con acciones que contribuyan al desarrollo sostenible del ser humano.
Así como el cumplimiento de las normas es obligatorio, cada individuo puede obrar responsablemente y considerar otros criterios y reglas más allá de las imposiciones legales y así contribuir a la reducción de la huella de carbono y la lucha contra el cambio climático adoptando energías renovables, optando por el consumo responsable y fomentando el reciclaje, por ejemplo.
En un sentido amplio, el principio de responsabilidad de Jonas supone que el ser humano debe comprometerse con la conservación de la biodiversidad. Cuando las conductas provocan un desequilibrio en el ecosistema y en la naturaleza y amenazan la existencia de las próximas generaciones, hay una falta ética.