Abismo es una depresión u hondura que, por sus características, resulta majestuosa y riesgosa. Lo habitual es que el abismo esté situado en algún lugar de mucha altura, como una montaña.
Por ejemplo: «En la excursión, el guía nos pidió varias veces que no nos acercáramos al abismo», «El ómnibus bordeó el abismo antes de llegar a la cumbre«, «Un noruego hizo historia al saltar en paracaídas hacia el abismo de Gruek».
El término también se utiliza en sentido figurado, como una distancia o una discrepancia muy considerable entre seres humanos, pensamientos, ideologías, etc.: «Existe un abismo entre el gobierno estadounidense y el cubano», «Nunca nos pondremos de acuerdo: hay un abismo entre nosotros», «El abismo ideológico entre sus religiones no les impidió entablar una relación fructífera, gracias a la apertura de ambos».
El abismo como algo que no puede sortearse
Abismo, por otra parte, es aquella situación que no puede comprenderse ni sortearse; puede relacionarse con un estado de locura o con un gran fracaso, del cual se cree que no se podrá regresar. En este sentido figurado, este término presenta siempre un tinte negativo, describe un estado mental insondable, habla de la perdición.
En teología, abismo es un concepto que se refiere a una profundidad que no tiene fondo ni final. En este sentido, «salir del abismo» puede entenderse como sinónimo de «resucitar». La noción de abismo también alude al Infierno como lugar de castigo y eterna penitencia.
La mayor profundidad en mares
El abismo de Challenger es el punto con mayor profundidad que se haya medido en los mares y ronda los 10.923 metros. Se sitúa cerca de las Islas Marianas, al sur de la Fosa de las Marianas.
En su afán de descubrir y conquistar, el ser humano ha mostrado una fascinación por el fondo del océano desde tiempos inmemoriales; dadas las diferencias de temperatura y la alta presión del agua, una expedición de buzos no sería posible en este caso, aún si se contara con la provisión de oxígeno suficiente. Por esa razón, desde el año 1872, se comenzó con una serie de viajes submarinos, que tenían como objetivo medir el punto más profundo del mar.
Medición del abismo de Challenger
La primera medición del abismo de Challenger devolvió 8.184 metros; a partir de 1951, los resultados han superado los 10.900 metros. Pero la ambición de estas personas no terminaba en un simple dato numérico; su intención ha sido y sigue siendo estudiar la vida submarina a esa profundidad. Con este objetivo se han realizado cuatro expediciones hasta el momento; en dos de ellas, los submarinos fueron tripulados, mientras que para las dos restantes se utilizaron naves controladas remotamente.
James Cameron, el aclamado director cinematográfico, ha sido protagonista del último descenso. Abordo del Deepsea Challenger, emprendió un viaje de 2 horas y 36 minutos hasta llegar al punto más profundo, donde planeaba permanecer durante más de seis horas, explorando el suelo oceánico. Sin embargo, por filtraciones y desperfectos típicos de estas experiencias tan arriesgadas, el tiempo se redujo a dos horas y media.
En lo que hace a las exploraciones sin tripulantes, los japoneses fueron pioneros con su submarino Keiko, que en 1995 estableció un nuevo récord por haber llegado más profundo que ningún otro hasta el momento. Fue el primer robot acuático capaz de descender más de 6.000 metros y su pico fueron los 10.907, en el año 98. Además, Keiko recogió muestras que contenían organismos marinos. Catorce años más tarde de su debut, los estadounidenses enviaron a Nereus, cuya ventaja era no necesitar de un cable para alimentarse de energía.
Una invención de Tolkien
El abismo de Helm, por último, es un lugar de ficción que inventó el reconocido escritor inglés J.R.R. Tolkien para su obra «El Señor de los Anillos».
Se trata de una profundidad que se halla junto al pico Thrihyrne, en las Montañas Blancas.