Cultura es el cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre. Con origen en el vocablo latino cultus, su definición ha ido mutando a lo largo de la historia: desde la época del Iluminismo, la cultura ha sido asociada a la civilización y al progreso.
En general, la cultura es una especie de tejido social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad determinada. Por lo tanto, el arte, las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, la mitología, los tipos de vestimenta y las normas de comportamiento son aspectos que se incluyen en la cultura.
Otra definición establece que la cultura es el conjunto de informaciones y habilidades que posee un individuo. Para la UNESCO, la cultura permite al ser humano la capacidad de reflexión sobre sí mismo: a través de ella, el hombre discierne valores y busca nuevas significaciones.
Es interesante señalar que, en el habla cotidiana, el término cultura se suele usar de forma errónea para hacer referencia al grado de instrucción de una persona, tanto para criticarla por no haberse elevado lo suficiente como para felicitarla por lo contrario. Oraciones como «¡Pero qué falta de cultura!» o «Es que se nota que dispone de mucha cultura» no son correctas, porque todos los seres humanos se integran a una cierta cultura.
Clasificaciones de la cultura
Según el enfoque analítico que se siga, la cultura puede ser clasificada y definida de diversas maneras. Por ejemplo, hay estudiosos que han dividido a la cultura en tópica (incluye una lista de categorías), histórica (la cultura como herencia social), mental (complejo de ideas y hábitos), estructural (símbolos pautados e interrelacionados) y simbólica (significados asignados en forma arbitraria que son compartidos por una sociedad).
La cultura tópica se diferencia con claridad de la histórica, la cual permite reflexionar y entender la relación afectiva y efectiva que existe entre cada grupo de personas y su propio pasado. Su estudio se apoya en los acontecimientos de nuestra historia tomando como parámetro el tiempo. Como no se limita a la observación de la literatura histórica, este tipo de cultura abarca más que la historiografía.
Dentro del concepto de cultura tópica hay que incluir las costumbres, las creencias, la religión, las tradiciones, las formas del comportamiento, los juegos y las celebraciones, entre otros tópicos. Su estudio da la posibilidad de agrupar los diferentes saberes en temas bien definidos que se toman de manera independiente.
Transmisión de generación en generación
Con respecto a la cultura simbólica, se puede agregar que se trata de la capacidad que tienen los seres humanos de incorporar las tradiciones de cada generación y compartirlas con la siguiente. Su nombre se debe a que estos elementos que se transmiten, que giran en torno al comportamiento, no son materiales: por eso también se habla de cultura no material o inmaterial.
Otros de los puntos fundamentales de la cultura simbólica son los valores y las normas, ambos fuertemente ligados a grupos de personas e imposibles de aplicar a todo el mundo. Se puede relacionar este tipo de cultura a la ética y la moral.
El ser humano, desde el momento de su nacimiento y hasta su muerte, está inmerso en una determinada comunidad y en un cierto contexto social. Ya en su infancia comienza a adquirir elementos de la cultura simbólica, sobre todo por la influencia de la familia en aquellos primeros años. Con el paso del tiempo, todos los sujetos empiezan a ser transmisores de estos componentes culturales, llegando así a las nuevas generaciones.
No se puede dejar de mencionar que muchas instituciones sociales solo pueden existir cuando hay un cultura simbólica compartida. El matrimonio y la nacionalidad, más allá de su tipificación a partir de criterios legales, requieren que la comunidad «crea» en ellos y en lo que estos conceptos representan, por mencionar dos casos.
La cultura según el grado de desarrollo
La cultura también puede diferenciarse según su grado de desarrollo: primitiva (aquellas culturas con escaso desarrollo técnico y que no tienden a la innovación), civilizada (se actualiza mediante la producción de nuevos elementos), pre-alfabeta (no ha incorporado la escritura) y alfabeta (utiliza tanto el lenguaje escrito como el oral).
La idea de cultura primitiva surge en la antropología y suele asociarse al ser humano prehistórico y a los pueblos aborígenes. En esta cultura no aparecen recursos tecnológicos ni el desarrollo de la escritura, a diferencia de lo que ocurre con la cultura civilizada. La distinción entre la cultura pre-alfabeta y la alfabeta, en tanto, se vincula específicamente a la ausencia o presencia del lenguaje escrito.
En relación a la estructura social subyacente a su producción, es posible diferenciar entre la cultura popular (que surge del pueblo y tiene arraigo en los valores y las tradiciones) y la alta cultura (donde la sofisticación y el academicismo tienen relevancia). Otra distinción tiene que ver con el poder: desde la filosofía marxista, de este modo, suele hablarse de cultura dominante y cultura subalterna.
Manifestaciones del arte
Las manifestaciones del arte constituyen expresiones culturales con características muy variadas. Esa diversidad puede apreciarse en los modos de producción, los soportes materiales, la forma de recepción o consumo y en muchas otras variables.
Tomemos el caso de las artes plásticas y visuales, como la pintura, la escultura, la fotografía y la arquitectura. A lo largo de la historia, se produjeron incontables obras de múltiples estilos que forman parte del patrimonio cultural de la humanidad. La pintura impresionista, la escultura renacentista y la arquitectura gótica, por ejemplo, han generado testimonios que se consideran muy valiosos independientemente de las épocas y las fronteras.
La música es otro arte de enorme relevancia. El rock, la música clásica, la ópera, el pop, el jazz y la música folklórica, entre muchos otros géneros, conmueven a millones de personas. Lo mismo puede decirse de la literatura, tanto a través de la poesía como de la prosa.
El teatro, la danza y el cine, asimismo, integran aquello que se entiende por cultura. Todas estas disciplinas comparten el hecho de combinar una pretensión estética con una intención comunicativa, plasmando ideas, emociones y sentimientos de los artistas.
La cultura como industria
Cabe destacar que en las sociedades capitalistas modernas existe una industria cultural, con un mercado donde se ofrecen bienes culturales sujetos a las leyes de la oferta y la demanda de la economía. Si bien en sus orígenes se mencionaba de esta manera, en la actualidad la noción suele usarse en plural: industrias culturales. Engloba la creación, la demostración y la distribución de bienes y servicios culturales.
Así como la educación se constituye como un negocio cuando el conocimiento se pone en venta, la cultura también puede erigirse como una actividad comercial. Los creadores de cultura, en este marco, disponen de los derechos de autor de sus obras y pueden comercializarlos según sus intereses.
Un escritor que vende miles de ejemplares de sus libros, un grupo de rock que llena estadios en todo el mundo y un pintor cuyos cuadros se cotizan en cifras millonarias son protagonistas de la industria cultural que generan un importante movimiento económico.
Incluso se puede considerar la relevancia de la cultura en el sector turístico. Museos, galerías de arte, monumentos y sitios arqueológicos atraen a una gran cantidad de viajeros, que compran boletos de avión, se alojan en hoteles, pagan entradas y concretan otras acciones con efectos en la economía.