La geografía cultural es una rama geográfica que analiza el impacto de las actividades culturales del ser humano sobre el territorio. Esta disciplina estudia cómo se modifica un medio a partir del asentamiento o el desplazamiento de una comunidad.
Puede decirse que la geografía cultural examina los efectos que tienen las acciones y los productos de las personas en la superficie del planeta. De este modo, no considera los factores naturales, sino la actividad humana.
Objetivo de la geografía cultural
El objetivo de la geografía cultural es comprender la diferenciación que se registra en las diversas regiones de la Tierra como consecuencia de procesos antrópicos (es decir, generados por el hombre). Por lo tanto, su trabajo está en sintonía con la misión general de la geografía, aunque con una visión específica o especializada.
Antes de avanzar, es importante entender cuál es el marco teórico de la geografía cultural. Se trata de una parte de la geografía humana, que se orienta al vínculo entre las sociedades y el medio físico.
Esta geografía humana es una división de la geografía general (también llamada geografía sistemática), área de la geografía que describe los cambios en las distribuciones espaciales y superficiales.
Todos estos campos del saber, en definitiva, forman parte de la geografía: la ciencia que se encarga de describir la Tierra desde diferentes perspectivas. En el sentido más amplio, la geografía investiga la superficie planetaria, los grupos humanos que la habitan y los paisajes que surgen a partir de la relación entre ambos.
Ciencias auxiliares
Las ciencias auxiliares de la geografía cultural son varias. Una de ellas es la antropología, que estudia los rasgos biológicos, sociales y culturales del ser humano.
La geografía cultural tiene interés en las tradiciones, las costumbres y las creencias de las personas, en tanto éstas producen una huella en su entorno. Por eso también se nutre de la etnografía, que se basa en la descripción analítica de lo cultural.
La sociología (enfocada al funcionamiento y la estructuración de las comunidades) y la historia (el estudio de sucesos del pasado) son otras ciencias auxiliares de la geografía cultural, que incluso puede valerse de recursos de la lingüística (orientada al lenguaje).
La geografía cultural y las religiones
Las religiones son parte del objeto de interés de la geografía cultural ya que la espiritualidad de la población incide de distintas maneras en el espacio físico y viceversa. La identidad cultural y el patrimonio cultural de un pueblo, después de todo, tienen mucho que ver con su fe y con el modo en que se plasman materialmente las creencias. La naturaleza, asimismo, puede generar creencias particulares.
En el arte indígena, por ejemplo, puede verse esa materialización de lo religioso. También en diferentes sitios arqueológicos y monumentos que ayudan a constituir paisajes culturales con características distintivas.
Las migraciones
Las migraciones impactan en la geografía cultural de múltiples formas. Esos cambios que se producen en la demografía siempre tienen, en mayor o menor medida, un correlato geográfico.
El urbanismo (el ordenamiento de los espacios y las construcciones) y la arquitectura (como un conjunto de construcciones) varían según el nivel poblacional. Cuando se produce una diáspora o una inmigración masiva, no solo cambian las culturas locales, sino también los espacios geográficos.
La geografía cultural en la globalización
Con la globalización, la superficie geográfica experimenta un sinfín de alteraciones. Así como la diversidad cultural puede crecer o sufrir una reducción a partir de procesos de aculturación, asimilación, transculturación y de otra índole, estos fenómenos inciden en el territorio.
La globalización hace que las influencias culturales de ciertos pueblos sobre otros sean notorias. Las fronteras culturales se difuminan, atentando contra la conservación del patrimonio.
Todas estas cuestiones son examinadas por la geografía cultural ya que se reflejan en el territorio. Resulta evidente que la cartografía cultural experimentó grandes cambios a nivel mundial desde que empezó a desarrollarse el fenómeno de la globalización.
Impacto en el turismo
El turismo es uno de los sectores que revela con mayor claridad cómo la cultura tiene una manifestación notoria en los espacios geográficos. Esas modificaciones que introduce el accionar humano en un lugar pueden motivar que otras personas deseen viajar para conocerlo.
El turismo cultural, que se sostiene en atractivos como museos, bibliotecas, galerías de arte y archivos, se basa en el encanto que adquiere una zona específicamente por actividades del ser humano, a diferencia de lo que sucede con los destinos famosos a partir de sus maravillas naturales (como playas o montañas).
Tomemos el caso de Roma, la capital de Italia. Lo habitual es que los turistas lleguen a ella con la intención de admirar en vivo y en directo el fruto del trabajo humano: el Coliseo, el Arco de Constantino, la Piazza del Popolo, la Plaza de San Pedro (el Vaticano)… Todas obras que modificaron el paisaje natural y que hoy, además de ser parte del acervo histórico y cultural romano, impulsan un negocio millonario.