Una monarquía parlamentaria es un régimen monárquico en el cual el rey asume la jefatura del Estado pero su actuación queda supeditada a un Gobierno que ostenta el poder ejecutivo y a un Parlamento que ejerce el poder legislativo. El accionar del monarca, de este modo, se encuentra subordinado a las decisiones tomadas por los parlamentarios.
En este sistema político, por lo tanto, el rey dispone de una autoridad acotada. Por lo general su tarea se limita a cuestiones vinculadas a la historia y la tradición de la nación, pero con escaso impacto en la gestión estatal. Las decisiones trascendentales corren por cuenta del Parlamento (cuyos integrantes asumen la representación de la soberanía del pueblo) y del Gobierno.
En una monarquía parlamentaria, el accionar del rey está limitado por el Gobierno y el Parlamento.
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ResumenEl rol del rey en la monarquía parlamentaria
El rol del rey en la monarquía parlamentaria es simbólico. Asume funciones honoríficas pero solo gobierna según las leyes que elabora el Parlamento y los decretos que sanciona el Gobierno. Si bien se encarga de la sanción de las normas, lo hace a partir de la presentación realizada por los otros estamentos.
A diferencia de lo que sucede con los miembros del Gobierno y del Parlamento, el monarca cumple su labor de manera vitalicia. La sucesión al trono es hereditaria: solo con su muerte o su abdicación se produce la coronación de su sucesor.
Gracias a su cargo, el rey goza de diversos privilegios, como inmunidad a nivel jurídico y la manutención de la familia real. Aunque todos los ciudadanos cuentan con garantías y derechos, el soberano ostenta un estatus diferente.
Diferencias con otros regímenes monárquicos
La monarquía parlamentaria suele ser comparada con la monarquía constitucional, con la cual comparte varias características. En ambas existe la separación de poderes (poder ejecutivo, poder legislativo y poder judicial) y hay una Constitución que se erige como ley suprema; en la monarquía constitucional, sin embargo, el rey suele controlar al poder ejecutivo y tiene un margen de acción más grande que en la monarquía parlamentaria. Los límites entre estas dos monarquías, de todos modos, son difusos y en ocasiones ni se consideran.
En una monarquía absoluta, en cambio, no hay una división de poderes. El monarca toma todas las decisiones que desea sin tener que responder a nadie, eligiendo a los funcionarios de acuerdo a su voluntad. Lo habitual en este modelo es que el rey sea considerado como una divinidad o un elegido de Dios, por lo cual también puede tratarse de una monarquía de derecho divino.
Se pueden considerar otras clasificaciones que, aunque no aparezcan en denominaciones oficiales, suelen aplicarse. Es habitual, en este marco, que se hable de monarquía federal para aludir a aquella que tiene al rey al frente de una federación o un conjunto de entidades con una cierta autonomía (como sucede en el Reino de España, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y el Reino de Bélgica).
El rey Carlos III encabeza una monarquía parlamentaria en el Reino Unido.
Monarquías parlamentarias en Europa
Las monarquías parlamentarias en Europa son numerosas. El Reino Unido es una de ellas, siendo Carlos III el rey actual y jefe de Estado.
El Parlamento del Reino Unido se divide en la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. El poder ejecutivo, en tanto, está a cargo del jefe de Gobierno. Es interesante indicar que Carlos III también es el rey de las naciones que integran la Mancomunidad de Naciones, las cuales funcionan como monarquías independientes (como Bahamas, Canadá, Australia y Nueva Zelanda).
España es otra monarquía parlamentaria. El rey Felipe VI representa al Estado español a nivel internacional, quedando el poder ejecutivo en ejercicio del Gobierno. El presidente del Gobierno es el líder del Consejo de Ministros. Las Cortes Generales (Congreso de los Diputados y Senado), a su vez, ejercen el poder legislativo.
Dinamarca, Suecia, Bélgica, Noruega, Luxemburgo y Países Bajos son otras monarquías parlamentarias que están vigentes en el continente europeo, cada una con sus particularidades pero compartiendo rasgos en común entre sí.
El Reino de España es una monarquía parlamentaria.
Su implementación en otras partes del mundo
Más allá del Viejo Continente, también hay monarquías parlamentarias en América, Asia, África y Oceanía. En lo referente al territorio americano, ya hemos mencionado los casos de países como Bahamas y Canadá, integrantes de la Mancomunidad de Naciones (la Commonwealth of Nations).
En suelo asiático, Japón es una monarquía parlamentaria. El emperador Naruhito es el jefe de Estado con funciones ceremoniales y diplomáticas; el primer ministro encabeza el poder ejecutivo; y la Dieta Nacional es el parlamento bicameral que asume el poder legislativo.
El Reino de Camboya tiene al rey Norodom Sihamoní como jefe de Estado, al primer ministro como jefe de Gobierno y al Senado y la Asamblea Nacional encargándose del poder legislativo. En Tailandia, Maha Vajiralongkorn es el rey actual, acompañado por el primer ministro como jefe de Gobierno y por la Asamblea Nacional como órgano legislativo bicameral (compuesto por la Cámara de Representantes y el Senado).
En África, encontramos a Lesoto como una monarquía parlamentaria cuyo rey vigente es Letsie III. Si nos centramos en Oceanía, Tupou VI es el monarca de Tonga, otra monarquía parlamentaria.
Monarquía parlamentaria y república
En muchos aspectos, una monarquía parlamentaria funciona como una república parlamentaria: hay un organismo legislativo que difiere del poder ejecutivo.
Sin embargo, la autoridad más importante de una república es escogda por el Parlamento o por la ciudadanía en elecciones para que ejerza sus funciones por un plazo establecido. En una monarquía parlamentaria, el máximo representante es un monarca que accede al trono por vía hereditaria y conserva esa posición hasta que decida abandonarla o se produzca su deceso.
Por más que el rey tenga un poder simbólico o ceremonial, su mera existencia resulta opuesta a los principios republicanos ya que su posición le otorga privilegios y lo sitúa por encima de sus compatriotas. De todas maneras, una monarquía de este tipo es una democracia ya que los habitantes ejercen la soberanía nacional a través de sus representantes en distintos partidos políticos.
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