El mutismo hace referencia a la mudez; es decir, a la suspensión del habla por parte de un individuo. El concepto tiene su origen en el latín mutus.
Las personas que sufren de mutismo se mantienen en silencio ante determinadas situaciones; las causas de este silencio pueden ser varias y activarse de forma voluntaria o como consecuencia de una condición que escapa a su control.
Causas del mutismo
Las principales causas del mutismo son físicas y suelen estar vinculadas a las cuerdas vocales, la lengua, la boca, la garganta o los pulmones. En algunos casos, el mutismo está vinculado con la sordera: quien ha nacido sordo, nunca oyó hablar y, por lo tanto, no aprende a desarrollar esta capacidad. Una persona, de todas maneras, puede contraer el mutismo en cualquier momento de su vida ante una enfermedad o un accidente.
Muchas veces el mutismo se define a través del concepto de afonía, que es el concepto médico que se emplea respecto a la falta de capacidad para el habla. Un motivo frecuente de afonía es que se produzca, ya sea por una cirugía, un tumor o un accidente, un daño en el nervio laríngeo recurrente que se encarga de controlar la mayoría de los músculos que se hallan en la laringe.
De todas formas, para que una persona desarrolle este trastorno no necesariamente posee alguna complicación de tipo física, en algunos casos se da por causas psicológicas que llevan al sujeto a refugiarse en la mudez como una forma de evitar ciertos problemas que de otro modo le causarían estrés.
Trastornos asociados
Generalmente el mutismo se desarrolla antes de los cinco años de edad pero recién es diagnosticado cuando los niños comienzan la escuela; puede aparecer como un problema circunstancial y desaparecer de la misma forma que vino, o permanecer durante varios años; en ambos casos es conveniente que el niño comience un tratamiento psicológico en el que se puedan analizar las causas de dicho trastorno, el cual en muchos casos se debe a una deficiencia en el funcionamiento social.
Junto al mutismo pueden aparecer otros trastornos del lenguajes, tales como las disglosias, dislalias y rinolalias (tres problemas que se caracterizan por la imposibilidad de pronunciar correctamente ciertos fonemas por diversas causas); timidez excesiva, retraimiento, enuresis, inestabilidad emocional, entre otras. Además, uno de los problemas que surgen, son la deserción escolar y el sentimiento de incomprensión al ser burlado por sus pares debido a ese trastorno.
Según lo que se ha podido discernir en base a los estudios realizados, los factores que favorecen la aparición del mutismo pueden ser trastornos del lenguaje, sobreprotección, retraso mental, traumas vividos antes de cumplir los tres años, emigración y comienzo de la etapa escolar.
Grados de mutismo
A la hora de realizar un diagnostico de mutismo es necesario analizar la edad del individuo (es más grave cuanto más avanzada es la edad del enfermo), el tiempo de duración (desde que se conoció la inhibición cuánto tiempo ha pasado, cuanto mayor sea este tiempo la gravedad puede ser también mayor), la intensidad (la gravedad es mayor cuanto menos hable ante una situación que le provoca mutismo) y la extensión (será más grave cuanto más seguido y de forma más común ocurran las crisis de mutismo). Con estos datos se puede diagnosticar la gravedad del trastorno, que puede ser:
- Mutismo total: se diagnostica en personas que ante cualquier situación manifiestan este trastorno y frente a cualquier otra persona. Es el más grave, y provoca la inhibición total del habla;
- Mutismo selectivo idiomático: niños de familias emigrantes que se niegan a hablar la lengua del país donde viven, pese a que la comprenden;
- Mutismo selectivo de personas: se presenta en aquellos niños que escogen a quién hablarle y sólo lo hacen frente a ciertos familiares o amigos;
- Mutismo selectivo de situaciones: aquellos niños que sólo hablan en casa o ante determinadas situaciones, sobre todo lo hacen en momentos en los que se encuentran frente a pocas personas.
La elección de no hablar
El mutismo selectivo es generalmente consecuencia de un trastorno de ansiedad y para poder resolverlo es necesario discernir las causas de éste.
Es fundamental que los padres de niños que padecen mutismo tengan una noción clara de la situación que está atravesando su hijo. Los niños con mutismo padecen altos niveles de sufrimiento y severos problemas de adaptación a los entornos nuevos; se sienten desprotegidos y a través de la mudez intentan pasar desapercibidos, para evitar convertirse en el centro de las burlas y para que los demás ignoren cuál es su estado emocional. Conociendo estas cuestiones, los padres pueden prodigar a sus hijos un ambiente más saludable y acogedor donde no se sientan amenazados, mientras lo ayudan (a través de una terapia adecuada) a superar el trastorno.
Por último, es necesario aclarar que el mutismo en algunos casos ni siquiera se trata de un trastorno, sino de un acto voluntario. Algunas personas pueden escoger abandonar el habla por determinadas razones y se transforman en mudos; esto ocurre, por ejemplo, con quienes forman parte de ciertas órdenes religiosas que prescinden de la comunicación oral.