Un recurso energético es cada sustancia o elemento capaz de poder ser aprovechado como fuente de energía. El sol, por ejemplo, constituye la principal fuente de energía para plantas, seres humanos y otros organismos. En este marco conviene remarcar que la energía solar es una energía renovable imprescindible para la vida que favorece la producción de alimentos y es clave dentro de las estrategias orientadas al desarrollo sostenible.
Por lo general, cada alternativa que se emplea como recurso energético se origina en la naturaleza y exige diferentes procesos para poder transformarse y servir, en múltiples contextos, como energía. Es interesante y asombroso tener presente que, así como las personas precisamos energía para ser productivos y mantenernos en buen estado, los transportes requieren energía para poder funcionar y hay equipamientos, sistemas y dispositivos que, sin alguna clase de energía, no brindan frío ni calor, no arrancan, etc.
Características de cada recurso energético
Cada recurso energético posee características que permiten individualizarlo y clasificarlo. Antes de enumerarlos por separado es necesario distinguir dos grandes conjuntos: el de la energía renovable y el de la energía no renovable.
En el primer caso conviven la energía solar (es inagotable ya que procede del sol), la energía eólica (obtenida al aprovechar la potencia o fuerza del viento), la energía hidroeléctrica (modalidad en la cual resulta esencial el poder del agua para generar energía eléctrica), la energía geotérmica (recurso que se vale del calor que la Tierra alberga en su interior), la energía de biomasa (conocida asimismo como bioenergía y conseguida al aprovechar la materia orgánica) y la energía mareomotriz (lograda al sacar provecho de las mareas). En el segundo grupo, en cambio, aparecen la energía nuclear y los combustibles fósiles (gas natural, carbón y petróleo).
Es muy importante tomar conciencia de la disponibilidad, o carácter limitado, de los recursos energéticos. Los no renovables exigen una explotación o un consumo sin excesos porque pueden agotarse o no ser repuestos a tiempo, mientras que con los recursos renovables no existe ese riesgo debido a su abundancia, su esencia perpetua o la facilidad o rapidez para regenerarlos.
Generación y distribución de energía
La generación y la distribución de energía abre el juego a varios procesos. En principio, el circuito para brindar el servicio de energía eléctrica se conforma por la etapa de generación de energía haciendo foco en la producción de energía, en la generación distribuida (bautizada asimismo como descentralizada o in-situ), en la cogeneración (procedimiento destinado a la obtención, en simultáneo, de energía térmica y energía eléctrica en base a una misma fuente de energía o un único combustible) y en la trigeneración (cuando se producen, paralelamente, refrigeración, calor y energía eléctrica).
Ya frente a la existencia de una red eléctrica se despliegan las fases de transmisión de energía, distribución de energía y de almacenamiento de energía. Si se instauran redes de carácter bidireccional entra en juego el concepto de Smart grid a fin de identificar a cada red inteligente de distribución eléctrica. Con el avance de la tecnología, además, está incrementándose la popularidad de microgrids o microredes de energía solar que dan la chance de hacer una producción propia en materia eléctrica.
Importancia del recurso energético en el desarrollo sostenible
Para un desarrollo sostenible, la importancia del recurso energético es muy elevada. Es primordial lograr a nivel mundial un consumo de energía que no dé espacio al derroche: el objetivo es adaptarse a lineamientos de sustentabilidad social y cuidado del ambiente para lograr bienestar sin provocarle complicaciones a las generaciones del futuro.
En la carrera para instaurar un sistema sostenible, indican los expertos en el tema, hay que desarrollar un modelo energético, accesible a toda la población, que propicie la sostenibilidad energética (es decir, que se combine justicia social, control del impacto ambiental y seguridad energética) y se respalde en la llamada energía limpia.
Cabe mencionar que el efecto invernadero causa y agudiza el cambio climático. Por este motivo necesariamente hay que llevar adelante cuanto antes una transición energética que apunte al surgimiento y aprovechamiento de un modelo innovador que revolucione favorablemente la producción, la distribución y el consumo de energía evitando así que se multipliquen las emisiones de gases de efecto invernadero. En este contexto despiertan interés los biocombustibles (como lo son el biodiesel y el bioetanol), aunque junto a las ventajas que se le reconocen existen puntos en contra que invitan al debate y que se asocian a cuánta superficie de áreas naturales se ocupa para sacar de allí materias primas suficientes y al dinero que demanda su producción, entre otras cuestiones.
De la mano de tecnologías limpias que mejoren significativamente la eficiencia energética, el ahorro de energía a pequeña y gran escala, el uso de combustibles alternativos y una movilidad sostenible que impulse, por ejemplo, a los vehículos eléctricos, la humanidad podrá habitar un planeta menos contaminado y más agradable, accesible, equitativo y seguro para todos.