Administración es un término que proviene del vocablo latino administratio. Entre sus diversos significados, nos interesa su acepción como el acto y el resultado de administrar: organizar u ordenar algo; ejercer el poder; dirigir una entidad.
El adjetivo científico (y su versión femenina, científica), por otro lado, puede referirse a aquello que se relaciona con las características propias de la metodología de la ciencia. Estos rasgos, a su vez, tienen que ver sobre todo con la objetividad y la precisión.
La idea de administración científica hace alusión a un método de organización del trabajo industrial que se basa en la división de tareas. Propuesto por Frederick Winslow Taylor, también es conocido como taylorismo.
Características de la administración científica
Taylor expuso su pensamiento en “Los principios de la administración científica”, un texto que publicó en 1911. Allí, sostuvo que dividir las tareas del proceso productivo permitía mejorar la productividad y reducir la injerencia del obrero en la gestión del tiempo.
El estadounidense consideró que el vínculo entre los obreros y las técnicas de producción en el ámbito de la industria debía ser analizado según el método científico. De este modo, se logra que la mano de obra, las herramientas y las maquinarias funcionen de manera más eficiente.
En este marco, Taylor promovió que el trabajo sea organizado de forma racional. Para esto propuso que las tareas sean divididas y que las operaciones sean cronometradas. Por otro lado, indicó que debían pagarse premios de acuerdo al rendimiento para motivar a los obreros.
La importancia de la cadena de montaje
Para la puesta en marcha del taylorismo, se necesitó la popularización de la producción en cadena, producción en serie o producción en masa. Este proceso se sustenta en la cadena de montaje, con la cual cada obrero permanece en su puesto repitiendo una tarea en particular mientras las piezas se mueven a lo largo de la fábrica sobre una línea de ensamblado.
La cadena de montaje está asociada a la Revolución Industrial y a la incorporación de tecnología. Con las nuevas maquinarias que hicieron posible grandes cambios en el proceso productivo, también se modificó el trabajo humano. La administración científica analizó estos fenómenos y sus consecuencias en pos de la producción.
Pilares y objetivos de la administración científica
Se puede afirmar, en resumen, que la administración científica consiste en la separación de la dirección y el trabajo; la división de tareas; y la remuneración según el desempeño. Gracias a estas cuestiones, se considera que pueden eliminarse los tiempos muertos y mejorar la productividad.
Con esa misión, se refuerza la labor de supervisión. Cada obrero debe ser controlado en su tarea específica, ya que se determina con anterioridad cuál es el tiempo adecuado para cumplirla. Este tipo de organización, además, evita que el trabajador tenga que moverse a lo largo de la planta: solo debe quedarse en su lugar y repetir los movimientos inherentes a su tarea, especializándose en ella.
La reacción de los obreros
Es importante mencionar que la administración científica supuso una caída de los sueldos de los obreros. Con la intención de acelerar la producción, los empresarios redujeron el pago por pieza producida.
Asimismo, con el cronometraje de las tareas, los trabajadores dejaron de tener tiempo libre en la jornada laboral. Esto también llevó a que se vieran forzados a acelerar el ritmo.
Frente a estas realidades, la implementación del taylorismo provocó múltiples protestas. En 1912 y 1913, por ejemplo, se desarrollaron una gran cantidad de huelgas.