A lo largo de la historia de la ciencia se hicieron descubrimientos de inmenso valor para mejorar la calidad de vida y aprender más acerca de todo lo que nos rodea.
La historia de la ciencia es una narrativa o relato que, siguiendo un orden cronológico, abarca la evolución que ha ido teniendo el conocimiento humano en materia científica.
A lo largo del tiempo ha habido numerosos logros, descubrimientos y enfoques. Por eso es importante interesarse por la ciencia antigua, ir descubriendo o recordando qué hallazgos revolucionarios marcaron un antes y un después en la historia de la ciencia y estar al tanto de las características de la ciencia moderna.
A medida que se recopilan datos en torno a este tema es posible comprobar que, dado que cada civilización y cada época estuvo marcada por avances claves a nivel científico, la historia de la ciencia y la tecnología varía de acuerdo a la nación que se desee analizar. En India, por mencionar un caso concreto, el progreso se instituyó en base a esfuerzos, ensayos, pruebas e invenciones relacionados a la construcción, la metalurgia, la producción textil y la medicina. De a poco se fueron consolidando tanto la física y la química como las matemáticas. Argentina, por su parte, resalta como cuna de prestigiosos científicos (algunos de los cuales llegaron a ser recompensados con un Premio Nobel) y por el impulso que, históricamente, se le ha dado a la investigación científica. En suelo argentino se han registrado conquistas vinculadas a la ingeniería biomédica y las tecnologías satelital y nuclear, por ejemplo.
Temas
ResumenHistoria de la ciencia segmentada por épocas
Es interesante apreciar cómo ha ido desplegándose la actividad científica durante diferentes periodos históricos.
Al remontarse a la era prehistórica es inevitable mencionar al fuego como elemento vital de transformación y evolución. A partir de él se elaboraron herramientas que permitían dominar a las llamas, después cobró protagonismo la alfarería y se iniciaron labores asociadas al cuero y a la cocción de productos comestibles. Los pictogramas y la transmisión oral fueron determinantes para dar a conocer los descubrimientos y divulgarlos de generación en generación. Más tarde salieron a la luz los más primitivos sistemas de cálculo y numeración, al igual que anotaciones arcaicas centradas en las observaciones astronómicas.
Cuando se inventó la escritura se le dio paso a la denominada Edad Antigua. Si se toma en consideración el contenido de «Curso de filosofía positiva», un material formulado por Auguste Comte (sociólogo y filósofo de nacionalidad francesa que fundó la doctrina bautizada como positivismo), el estadio positivo o científico fue el último en aparecer, antecedido por el estadio ficticio y el estadio abstracto o metafísico. En este contexto puede interpretarse que la ciencia se constituyó como tal gracias a la revolución científica.
No hay que pasar por alto, en ningún caso, que la ciencia propia de la Antigua Grecia marcó las bases que hoy sustentan a la ciencia moderna. Siguió luego la Edad Media, un periodo en el cual predominó la mirada hacia la naturaleza con la intención de hallar respuestas que pudieran explicarse desde la razón. Fue prosperando la lógica, se indagó sobre los misterios del universo y se progresó en física y en el método científico.
Las leyes de Newton llevan el apellido de un prestigioso inventor, matemático, alquimista, físico y teólogo llamado Isaac que, entre otras contribuciones, sentó los pilares de la mecánica clásica.
Ya en el Renacimiento hubo un fuerte despegue de la astronomía y un mayor avance en matemáticas, medicina y ciencias naturales. También evolucionaron la cartografía y la geografía. Poniendo el foco en la Edad Moderna recobra notoriedad el concepto de revolución científica que se conecta con el nacimiento de la ciencia moderna.
En la Edad Contemporánea, por último, se evidenciaron enormes progresos en el campo de la geometría y floreció la noción de electromagnetismo (unificándose las ideas de magnetismo y electricidad). La detección de la radioactividad y otros fenómenos de índole física, el inicio de la vacunación, así como la instauración de la química orgánica y el descubrimiento de prácticamente todos los elementos químicos que se fueron ubicando en la tabla periódica también se encuadran en este período histórico.
Marie Curie, por sus aportes importantes y el reconocimiento logrado, marcó el camino para las mujeres en ciencia.
Figuras destacadas
Al reconstruir la historia de la ciencia se advierte que numerosos hombres y mujeres de diversas nacionalidades y generaciones se convirtieron en figuras destacadas gracias a sus valiosas contribuciones en cuestiones científicas.
Aristóteles formulando la teoría de la generación espontánea y otros aportes; Simon Stevin con su rol activo en ingeniería, física y contabilidad y sus textos científicos; Gerolamo Cardano y su huella positiva en los rubros del álgebra, la hidrodinámica, la óptica y la medicina; y Nicolás Copérnico dándole empuje a la teoría heliocéntrica conectada con el sistema solar no han pasado desapercibidos.
Tampoco hay que olvidar las labores de Tycho Brahe (considerado como el último de los observadores expertos en astronomía del ciclo anterior a la creación del telescopio), Francis Bacon (señalado como el promotor de la corriente conocida como empirismo) ni las de Galileo Galilei (muy ligado a la revolución científica y activo en los planos de la ciencia, la astronomía y la física moderna). Brillaron, asimismo, Albert Einstein y Niels Bohr.
El listado de figuras destacadas está sumamente nutrido y por razones de espacio resulta imposible mencionarlas a todas, pero antes de culminar esta enumeración vale la pena citar además a Laura Bassi, Marie Curie, Isaac Newton, Thomas Young, André-Marie Ampère, Michael Faraday, Dmitri Mendeléyev, Edward Jenner, Louis Pasteur, Charles Darwin, Gregor Mendel, Florentino Ameghino, Paul Ehrlich, Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir y César Milstein.
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