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El margen de beneficio es un dato muy importante para los inversores.
Un inversor es una persona física o jurídica que realiza una inversión: es decir, asigna recursos a una determinada operación con el objetivo de lograr una ganancia. El término, que proviene de la lengua latina, es sinónimo de inversionista.
Lo que hace un inversor es colocar su dinero en algún producto financiero o actividad esperando que le brinde un rendimiento positivo en el futuro. Dicho rendimiento se determina por la diferencia entre lo que se invierte y el resultado obtenido.
Quien invierte, en definitiva, resigna el disfrute de un bien o caudal (generalmente dinero) en el presente con la expectativa de conseguir luego una recompensa mayor. Dicha preferencia orienta la conducta de los agentes económicos.
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Su objetivo
El objetivo básico del inversor es obtener más dinero del que colocó en el primer momento. Para expresarlo en números: si un individuo invierte 10.000 pesos en un plazo fijo a 365 días, aspira a recibir más que esa cifra al cabo de un año. Si obtiene 12.000 pesos, por ejemplo, el plazo fijo le habrá ofrecido un rendimiento de 2.000 pesos (o, dicho de otro modo, le permitió ganar ese monto).
Partiendo de ese deseo, existen diferentes perfiles de inversor según el riesgo financiero que está dispuesto a asumir. Debe considerarse que, así como los intereses que ofrece un plazo fijo son seguros, las operaciones bursátiles acarrean un mayor riesgo. Esto se asocia a que el valor de las acciones, los bonos y otros títulos que se negocian en el mercado de valores puede cambiar de manera imprevista e incluso decrecer, con lo cual el inversionista no solo no gana, sino que puede perder.
La disposición a asumir un mayor riesgo tiene que ver con la expectativa de rentabilidad. Las ganancias aseguradas como las que proponen los plazos fijos son menores a las potenciales que ofrecen las transacciones en la bolsa o incluso las inversiones productivas. Otros aspectos a considerar son los plazos del retorno sobre la inversión (ROI) y la disponibilidad de liquidez. Asimismo, en la decisión del inversor entran en juego otras variables, como la inflación o la fluctuación del tipo de cambio.
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Los inversores suelen asumir más riesgos en periodos de expansión económica.
Tipos de inversor
De acuerdo a sus características, es posible distinguir entre varios tipos de inversor.
Por un lado se puede diferenciar entre los inversores individuales (personas que buscan generar rendimientos con sus ahorros) y los inversores institucionales (bancos, aseguradoras, fondos de inversión y otras entidades que realizan inversiones en representación de sus clientes, gestionando grandes sumas de capital).
Teniendo en cuenta su aceptación o rechazo del riesgo, se habla de inversores conservadores (optan por el menor riesgo posible aunque el rendimiento sea bajo, apelando por lo general a instrumentos de renta fija), inversores moderados (aceptan un cierto riesgo en pos de mayores rendimientos, combinando en su cartera de inversiones instrumentos de renta fija con otros de renta variable) e inversores agresivos (asumen riesgos elevados con la expectativa de lograr grandes rendimientos; por eso invierten en activos volátiles o de riesgo como criptomonedas o acciones).
Los inversores ángeles (que colocan capitales en las primeras etapas de desarrollo de startups y aportan otros recursos más allá de la financiación) y los inversores de impacto (quienes apuntan a lograr ganancias y, simultáneamente, producir un efecto positivo en la comunidad) constituyen otras clasificaciones que suelen usarse.
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Un inversor puede recurrir a un asesor financiero para definir dónde invertir.
La toma de decisiones
La decisión de invertir, como ya indicamos, está condicionada por múltiples factores. Cada inversor gestiona dichos condicionamientos a su manera, según sus necesidades, objetivos y recursos, tanto materiales como emocionales.
Existen variables que son internas y obedecen al propio inversor. El modo en que gestiona el riesgo y la incertidumbre es clave: hay personas que prefieren minimizar los riesgos y asegurarse una ganancia reducida, mientras que otras prefieren arriesgar, apostando por los posibles grandes beneficios.
Otra cuestión a considerar en la estrategia de inversión es el horizonte temporal. La inversión puede ser a corto, mediano o largo plazo, según el tiempo en el que se espera conseguir los rendimientos. Quien realiza una inversión inmobiliaria adquiriendo propiedades para luego alquilarlas sabe que tardará muchos años en recuperar lo invertido y comenzar a ganar, por mencionar una posibilidad. En cambio, invertir en la bolsa de valores para cobrar dividendos puede ofrecer resultados en un plazo mucho más pequeño.
Por supuesto, tanto el riesgo que se está dispuesto a asumir como el tiempo a esperar tienen que ver con la situación financiera del inversor. Aquel que cuenta con más recursos es probable que se atreva a arriesgar más o que pueda esperar un tiempo extenso hasta recibir rendimientos.
Respecto a las variables externas, se asocian con la economía y la política. Cuando la economía crece, los inversores suelen arriesgar más. Si hay recesión, en cambio, es probable que opten por no invertir hasta que la situación mejore.
Asimismo, si hay inestabilidad política, los inversores actúan con cautela. Más allá de este panorama, otro elemento vinculado a la política que los inversionistas siempre consideran son los impuestos: cuanto mayor es la carga impositiva, menor es la propensión a invertir debido al menor margen de ganancia.