Las manufacturas reales eran las instalaciones industriales que, en el marco del Antiguo Régimen, construían los monarcas. También conocidas como reales fábricas, su desarrollo está vinculado al mercantilismo (que se basa en la intervención estatal en la economía).
Las manufacturas reales requerían una importante inversión de capital. En un mismo edificio reunían las diferentes etapas del proceso productivo, albergando a su vez las operaciones de distintos gremios en su interior.
Objetivos
Uno de los objetivos de las manufacturas reales era satisfacer las necesidades militares del reino. También existían manufacturas reales orientadas a la producción de los bienes de lujo que demandaban los integrantes de la corte. Por otra parte, había manufacturas reales cuyo funcionamiento se vinculaba a motivos fiscales.
Otros de los principales objetivos de las manufacturas reales eran los siguientes:
- fomentar la industrialización: el objetivo principal era desarrollar la industria manufacturera en España para reducir la dependencia de las importaciones y promover la autosuficiencia económica;
- estimular la economía: se buscaba impulsar la economía española mediante la creación de fábricas y talleres, la contratación de trabajadores y la producción de bienes;
- mejorar la calidad de los productos: se buscaba mejorar la calidad y la variedad de los productos manufacturados en España, para competir con las importaciones y favorecer el consumo interno;
- generar empleo: la creación de manufacturas reales generó oportunidades de empleo para la población, especialmente en las áreas urbanas, donde se concentraban las fábricas;
- impulsar la formación técnica: se promovió la formación y capacitación de artesanos y trabajadores para mejorar sus habilidades técnicas y fomentar la innovación en los procesos de producción;
- aumentar los ingresos del Estado: se esperaba que el desarrollo de la industria manufacturera aumentara los ingresos fiscales del Estado a través de impuestos y aranceles sobre la producción y el comercio.
Real Fábrica de Tapices de Francia
La Real Fábrica de Tapices de Francia (o Manufactura Real de los Gobelinos) se considera la primera manufactura real de la historia. Creada en 1662 por el ministro Jean-Baptiste Colbert bajo el mandato del rey Luis XIV, se dedicaba a la producción textil, brindando productos de alta calidad a la Corona y compitiendo con las importaciones.
A partir de la experiencia de la Real Fábrica de Tapices de Francia, otros países fueron creando sus manufacturas reales. Así fomentaron el trabajo, introdujeron adelantos técnicos, favorecieron el paso de la economía agraria a la industrial y estimularon la actividad económica.
La manufactura debe su nombre a la familia Gobelin, una dinastía de tejedores de origen flamenco que contribuyeron significativamente a su éxito. Durante años, fue dirigida por expertos artesanos y diseñadores que llevaron a cabo elaborados proyectos, destacando tanto en términos técnicos como artísticos. Uno de sus aspectos más notables fue su capacidad para crear tapices de gran tamaño y complejidad, muchos de los cuales representan escenas históricas, mitológicas o religiosas. Éstos eran tejidos a mano con hilos de seda, lana y oro, utilizando técnicas como el tejido de bajo lizo y el nudo de lana.
Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara
Cabe destacar que hay manufacturas reales que siguen en funcionamiento. Un ejemplo es la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, creada por Felipe V en 1720. Dedicada, como su nombre lo indica, a la producción de tapices, su sede se halla en el barrio madrileño de Pacífico desde hace más de un siglo.
La fábrica se estableció inicialmente en el Palacio del Buen Retiro y posteriormente en su ubicación actual en el barrio de Atocha. A lo largo de los años, ha sido reconocida por su excelencia en la elaboración de tapices, alfombras y otros productos textiles de lujo. Su objetivo principal era abastecer a la corona española de tapices para decorar los edificios reales. Estos tapices eran considerados obras de arte y se utilizaban tanto para embellecer los espacios como para transmitir mensajes políticos y simbólicos.