El concepto de tizón se emplea de distintas formas. El término puede referirse al trozo de madera que se encuentra quemado en un sector o que está en proceso de combustión. Por ejemplo: “Sólo un pequeño tizón pudo salvarse del incendio”, “Deberíamos mover un poco los tizones para avivar la hoguera”.
Tizón, por otra parte, es una clase de hongo que se aloja como parásito en diferentes cereales y plantas. El Alternaria solani forma parte de estos hongos y provoca en el tomate la enfermedad llamada tizón temprano. Este hongo genera manchas en los tallos y en las hojas, provocando daños que terminan por pudrir el tubérculo.
El tizón temprano es una enfermedad que pone en riesgo el cultivo de la planta del tomate como pocas, dado que puede aparecer en cualquier fase de su crecimiento y afectar todos sus órganos aéreos, desde su tallo hasta sus hojas y, por supuesto, sus frutos. Es un peligro que los agricultores deben tener presente y combatir a lo largo de todo el desarrollo.
Sus síntomas comienzan a manifestarse en las hojas más antiguas, donde se pueden apreciar lesiones marrones de poco tamaño y de formas irregulares, formadas a partir de una serie de anillos concéntricos, los cuales aparecen como consecuencia de la lucha de la planta por frenar la infección. Las lesiones suelen estar rodeadas de una región de color amarillo, dado el surgimiento de toxinas; si se generan en números muy altos, pueden unirse para causar la destrucción del tejido de la hoja, algo que repercute negativamente incluso en la calidad del fruto, ya que lo deja desprotegido contra el sol.
El Phytophthora infestans, por su parte, genera el tizón tardío. Se trata de una plaga que puede destruir el tomate, la papa y otros cultivos que se destinan al consumo humano.
Esta enfermedad es una de las que mayor destrucción causan a los vegetales, en parte por su velocidad para viajar por el aire, pero también por su gran capacidad reproductiva y por las características del hongo que la genera, de una importante virulencia. Además, casi ningún tejido aéreo de una planta afectada por el tizón tardío tiene muchas probabilidades de escapar a sus efectos.
Con respecto a los síntomas del tizón tardío, uno de los más evidentes es la aparición de manchas de diversos tamaños en su superficie, las cuales varían según las condiciones del entorno. En primer lugar, las lesiones exhiben un color verde oscuro, con filamentos blancos en sus márgenes a causa de la humedad. Pasado un tiempo, el verde se torna marrón, y las lesiones pueden alcanzar toda la lámina foliar, despojándola de su rigidez, con lo cual el peciolo se vence. Las ramas y los tallos pueden sufrir el mismo destino. En los frutos, lo común es que aparezcan manchas marrones rojizas que cubran casi toda su superficie.
En el ámbito de la arquitectura, se denomina tizón a una parte de un ladrillo o de un sillar (una clase de piedra labrada). Existe un método de construcción que se conoce como “a soga y tizón”. Cuando los sillares se disponen en sentido horizontal por el sector más largo, se llama “a soga”; si los sillares se colocan por el lado más corto, es “a tizón”. Por lo tanto, un desarrollo “a soga y tizón” combina ambas modalidades.
La idea de tizón, por otra parte, alude a una mancha o una mácula que afecta en sentido físico (a un cultivo, por citar una posibilidad) o simbólico (a la honra).
Tizón, por último, es un apellido frecuente en algunos países iberoamericanos. En este sentido, podemos nombrar al escritor y diplomático argentino Héctor Tizón, nacido en 1929 y fallecido en 2012.
