Erosión del suelo es un concepto que hace foco en el desgaste y deterioro de la superficie terrestre a raíz de múltiples causas. La primera noción que integra la expresión, desde la perspectiva de la Real Academia Española (RAE), alude a una destrucción, daño o degradación que se evidencia en la superficie de algo como consecuencia de una fricción, que puede ser efímera o duradera, con un organismo o elemento. Como suelo se entiende, en tanto, a un espacio, capa o superficie de la Tierra donde están presente numerosos componentes claves para el ambiente.
Es normal que, por cuestiones naturales, los terrenos vayan erosionándose poco a poco, de manera paulatina. El proceso se acelera bastante, sin embargo, con el desarrollo de actividades agrícolas. En sitios montañosos, por describir una realidad puntual, hay un movimiento de masas, en sentido descendiente y hacia la parte exterior de rocas y sedimentos, típico de las zonas con pendiente.
Analizar y tener controlado el fenómeno de la erosión a lo largo y ancho del planeta, así como ocuparse de técnicas y estrategias para recuperar suelos, son acciones imprescindibles para favorecer la conservación del entorno natural.
Tipos de erosión del suelo
Los tipos de erosión del suelo se reconocen en función de los agentes que provocan la degradación del suelo.
La erosión hídrica, por ejemplo, se caracteriza por tener a una corriente de agua aplanando terrenos o desgastándolos. Las gotas de lluvia son una de las partes protagonistas de este fenómeno que, a su vez, se subdivide en las categorías de erosión por arrollamiento (donde se contempla la erosión de los depósitos fluviales), erosión laminar y erosión en túnel, por enumerar algunas modalidades.
El viento, por su parte, es el actor principal de la erosión eólica porque su fuerza modela relieves, removiendo suelos y/o desgastando rocas. Con el hielo y sus desplazamientos, en cambio, tiene lugar la llamada erosión glaciar. Respecto a esta última variedad, no se puede dejar de resaltar que, en otros tiempos, los glaciares, con su potencia arrolladora, fueron los responsables de tallar los rasgos de ciertos paisajes que, en la actualidad, se distribuyen en diferentes latitudes altas y medias.
Factores que degradan la superficie terrestre
Factores que degradan la superficie terrestre son, a entender de los expertos que investigan las causas y las características de la erosión del suelo, la topografía, el clima y la vegetación.
Los niveles de erosión suben, además, en zonas donde hay deforestación y en tierras cultivadas aplicando el método de la agricultura intensiva. También se deterioran, mucho y rápido, los terrenos donde hay sobrepastoreo, una realidad que se puede aliviar o impedir aplicando la modalidad de pastoreo rotacional.
Cada plan de urbanización, una gestión inadecuada de las superficies naturales y la agudización sin pausa del cambio climático agravan el panorama. No pasa desapercibido para los estudiosos en la materia que la erosión costera ha ido evidenciando un crecimiento producto del aumento nivel del mar.
Consecuencias de la erosión del suelo
Consecuencias de la erosión del suelo hay varias, unas más visibles que otras.
Al erosionarse un territorio, el espacio afectado refleja una pérdida seria de nutrientes y una alteración de su composición química, por lo tanto se compromete su fertilidad. Esto es malo para el medioambiente y, por extensión, para los seres humanos. La biota acuática, así como la calidad del agua, también se perjudican cuando hay erosión. La seguridad alimentaria es otra cuestión en peligro ya que de un suelo erosionado no pueden esperarse excelentes rendimientos agrícolas ni una óptima calidad de los comestibles surgidos de esas tierras.
En casos muy graves, con infraestructura urbana afectada, ríos anegados por sedimentación, deslizamientos de tierra e inundaciones asociados a procesos de erosión, la población local experimenta consecuencias de gran magnitud que, en ocasiones, no se limitan lamentablemente a pérdidas materiales ya que puede haber víctimas mortales por suelos maltratados, menoscabo de la biodiversidad y ecosistemas degradados.
Prácticas y técnicas de conservación
Hay prácticas y técnicas de conservación para frenar o reducir al máximo posible la erosión del suelo. Para que estas estrategias se implementen y den resultados positivos es esencial un trabajo conjunto que involucre a científicos, gobernantes, agricultores y a la población en general.
Es útil, en este marco, la filosofía de la agricultura de conservación. Esta actividad se fundamenta en la cobertura vegetal pensada para resguardar la superficie del terreno. Con esta maniobra, el suelo se mantiene protegido en tiempos de barbecho y se contribuye al movimiento y el reciclado de nutrientes, por ejemplo. Valiéndose de vegetación inerte para generar un recubrimiento de carácter orgánico es posible impedir que se evapore la humedad del suelo y, simultáneamente, se promueve un buen porcentaje de infiltración de agua en los horizontes edáficos. En relación a la compactación del suelo, se ha comprobado el valor beneficioso de los residuos de rastrojo que se utilizan como manto sobre el terreno, debido a que lo resguardan de la presión ejercida por animales al pisar y de los efectos de maquinarias en funcionamiento.
El cultivo en terrazas se erige como una solución viable cuando el desafío es mantener controlada a la erosión hídrica. Para llevar adelante este plan es necesario que un ingeniero agrónomo efectúe un relevamiento de la zona a fin de proceder con el diseño del proyecto de construcción.
También es enriquecedor saber y tener presente que se han desarrollado técnicas de bioingeniería que apuntan, por ejemplo, a darle batalla a la erosión superficial con un trabajo de recubrimiento.