La ansiedad es la condición de una persona que experimenta una conmoción, intranquilidad, nerviosismo o preocupación. El término tiene su origen en el vocablo latino anxietas.
Para la medicina, la ansiedad es el estado angustioso que puede aparecer junto a una neurosis u otro tipo de enfermedad y que no permite la relajación y el descanso del paciente. Por ejemplo: «Siento una gran ansiedad por el recital de esta noche», «Trata de dominar tu ansiedad, que en ese estado de nerviosismo las cosas te pueden salir mal», «Gran ansiedad por el partido de semifinales».
La ansiedad como emoción común
Cabe resaltar que la ansiedad no siempre es una patología, sino que es una emoción común como el miedo o la felicidad. La ansiedad, en este sentido, es necesaria para sobrevivir ante ciertos riesgos ya que pone a la persona en alerta.
Cuando un individuo se encuentra en un estado de ansiedad, sus facultades de percepción aumentan debido a que se registra una necesidad del organismo de aumentar el nivel de ciertos elementos que, ante la situación, están por debajo de lo normal.
El sistema dopaminérgico es el que se encarga de dar las alertas al organismo de aquello que necesita, liberando señales al sistema nervioso central. Lo hace cuando tenemos hambre, sed o sueño, y nos lleva a buscar todos los medios por satisfacer esa necesidad. Asimismo, es el encargado de liberar adrenalina cuando estamos frente a situaciones a las que debemos enfrentarnos. Se trata de una cadena que consiste en alerta amarilla, alerta roja y la consecución del objetivo; cuando la cadena se rompe, se produce una situación de ansiedad o estrés atípica que puede llevar a la resolución del peligro o a sucumbir ante el miedo. Es decir que cuando esta facultad innata del individuo se torna patológica, aparece un trastorno de ansiedad.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos trastornos incluyen a los ataques de pánico, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y las fobias. Para superar los trastornos de ansiedad, los profesionales pueden suministrar remedios ansiolíticos o sugerir terapias psicológicas.
Un trastorno
La respuestas que genera la ansiedad en una persona son huir o luchar. En la antigüedad estos mecanismos surgían al tener que enfrentarse a las dificultades que la vida en la naturaleza presentaba a los seres humanos; pese a que hoy ya no existen esos problemas, han surgido otros nuevos que generan estrés y ansiedad en las personas. El peligro a veces es real, aunque otras veces se encuentra condicionado por las experiencias que cada individuo haya tenido que enfrentar previamente; esto último ocurre, por ejemplo, en los trastornos de ansiedad. El miedo funciona como un mecanismo de defensa, pero si la respuesta a la que conduce es nociva para el individuo, es imprescindible atreverse a enfrentarlo.
Cuando el miedo llega a generar parálisis en el accionar del individuo recibe el nombre de fobia. Esta reacción brusca lleva a que el sujeto pierda el control de la situación e intente huir del conflicto. Algunas fobias pueden ser las acrofobias, la claustrofobia y la agorafobia.
Una persona que padece alguna fobia experimenta la aparición de la enfermedad cuando debe enfrentarse a esa situación temida y ésta, generalmente, instiga al sujeto a la huida (con síntomas de ansiedad y conductas de evitación). En los trastornos obsesivo compulsivos la aparición de la misma se percibe cuando el individuo lucha por imponerse frente a sus impulsos obsesivos; generalmente la reacción también es huir del conflicto (autolesionándose o tomando una actitud nociva para sí mismo o para el medio). Otra circunstancia en la que esta temida reacción se presenta es, junto a los trastornos por angustia por separación, cuando se han vivido la separación de las figuras paternales y la posterior desestabilidad.
Las palpitaciones, la hiperventilación y la sudoración son algunos síntomas físicos de la ansiedad. En cuanto a la salud emocional, los síntomas psicológicos de la ansiedad son el temor, el nerviosismo y la angustia, entre otros.
Según estudios realizados por psiquiatras, cierto grado de ansiedad es bueno al colaborar positivamente en la formación del carácter, ampliar los conocimientos y reforzar la creatividad, ya que las experiencias que nos han marcado nos permiten tener una noción de aquello de lo que debemos protegernos y discernir qué cosas no pueden dañarnos.
Tratamiento de la ansiedad
Existen muchas formas de tratar la ansiedad. Algunos especialistas se inclinan a reducirla al miedo al futuro, a las posibilidades que desconocemos que puedan darse y a los «y si…?», asegurando que la forma de resolverla es logrando una recodificación de estos pensamientos que ayude a que el individuo sólo viva el presente.
La ansiedad, en definitiva, existe porque las personas se «instalan» en el futuro y se olvidan del presente, que es lo único real. En el momento en que el paciente consigue volver a su existencia, la ansiedad desaparece.
En concreto, existen múltiples tratamientos que pueden llevarse a cabo. La medicación para la ansiedad, que debe ser suministrada por un psiquiatra, incluye benzodiazepinas y antidepresivos. Por supuesto también puede tratarse con psicoterapia, donde el terapeuta conversa con el paciente para ayudarlo a prevenir y resolver crisis de ansiedad y favorecer su desarrollo personal.
El mindfulness, la meditación, el yoga, el ejercicio físico, la alimentación saludable, los masajes terapéuticos, la aromaterapia y las técnicas de relajación en general también contribuyen a combatir la ansiedad, mejorando la autoestima de la persona y fortaleciendo su resiliencia.